Oro de Mario Eraso es un libro peculiar que no brilla deliberadamente, que tiene todavía algo de veta recién descubierta, pero a la vez es ya su condición de brillo en ese estado mineral previo a su condición de joya. Si su título nos hace pensar en un vistoso traje de época, más propio de una fiesta de disfraces, la lectura nos dirige hacía otro sentido: el de un valor implícito que toma consciencia de sí, como el oro de los tigres en Borges. Eraso, buen conocedor de la poesía latinoamericana, como muestra Cordón de plata (Ediciones Sin Nombre, 2010), asume no la búsqueda del oropel sino de la herrumbre, y de allí por contigüidad fonética, la de la errancia, errar o error de un verso que se constituye a sí mismo en su pureza, oro sin aleaciones. Si el poeta es un nómada paradigmático, aquí el escritor asume el peso de ese destino en Oro.