Conformada por dos obras dramáticas completamente distintas, Brava y navaja es una propuesta innovadora, refrescante e interesada no sólo en reflejar (a través de la mirada crítica y reflexiva que caracteriza a su autora) la preocupante situación de tantos en México que toleran e incluso asumen el abuso y la pobreza, sino también en ser vanguardista y brindarnos una muestra de la sutileza del teatro oriental.
BravaLey acontece en el pueblo de San Juan, donde la justicia no tiene cabida y la suerte siempre emite la última palabra. Encubierta por la ironía y el humor oscuro, expone, a través del sufrimiento, el enojo, la frustración y la resignación de su único personaje, una realidad colectiva, y afirma, desde su particular punto de vista, que es imprescindible despreciar la compasión y aceptar el dominio de la fortuna para sobrevivir.
Navaja Kawabata, por su parte, plasma las ideas del escritor japonés Yasunari Kawabata con una propuesta basada en el teatro de marionetas denominado bunraku. Por medio de la transfiguración y la desarticulación de la realidad, logra recrear la atmósfera ideal —aunque en definitiva extraña ante nuestros ojos— donde la obsesión por lo bello y perfecto y el repudio de lo real y natural conectan dos mundos.
Diversas en recursos y en elementos, a ambas obras las vincula el mismo deseo llevado al extremo (ya sea al del rechazo, ya sea al de la enajenación), aquel anhelo constante e insaciable de todo ser humano: alcanzar la plenitud.