El vals de los monstruos construye una narrativa que conducirá al lector por situaciones tan intrigantes como perturbadoras —e incluso perversas—, que evidencian el resultado violento y grotesco, en casos extremos, de los que bien podrían denominarse “padecimientos” de la sociedad: la agresión, el abuso, la humillación, el abandono.
En los once cuentos que conforman la presente obra, Lola Ancira nos sumerge en el pensamiento y, más todavía, en el sentir de sus personajes, a los cuales no será difícil identificar en nuestro entorno y cuyos sentimientos podrían llegar a causarnos cierta simpatía o, en el peor de los casos, empatía. Característica de los relatos es el cruce del umbral de lo ético o de los límites de las convenciones sociales; ruptura por la cual emerge la violencia, en ocasiones cautelosa, y se funde con la naturaleza de los protagonistas. Entonces las atrocidades tienen cabida: un vaivén de acciones controladas, aunque a la vez desesperadas; un vals distorsionado que oculta la condición de algo que ya no podemos, o ya no queremos, llamar “humano”.