En Comunidad terapéutica la escritura poética se convierte en una herramienta capaz de desnudar la violencia y construir un testimonio de las marcas que ésta deja tras de sí, en particular cuando se ejerce sobre el cuerpo femenino.
La autora de este libro nos recuerda que “hay imágenes que no merecen ser traducidas a metáforas”. Sus poemas construyen la memoria de un dolor que es, al mismo tiempo, personal y colectivo. Para lograrlo opta por un estilo directo, que en ocasiones raya en la crudeza; sus estrategias verbales no buscan simplemente un efecto estético, sino dar cuenta de las heridas que están en la raíz de cada texto, algunas de contundencia devastadora —como la agresión sexual— y otras aparentemente más sutiles, es decir, “normalizadas” —por ejemplo, la manera en que el ser femenino es tratado por los discursos clínicos o las ideologías y los valores tradicionales.
Por este trabajo la autora fue reconocida con el Premio Nacional de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal 2016.