Las cinco piezas dramáticas reunidas en este volumen despliegan una mirada crítica al señalar que la violencia se ha convertido en el hilo conductor para comprender nuestra realidad. Pero, al mismo tiempo, le dan la vuelta a esta premisa a partir de otros recursos: el humor corrosivo, el uso de canciones pop o arte contemporáneo y la reflexión sobre el sentido mismo del teatro.
La bala de Sergio López Vigueras –Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo 2017– y las cuatro obras finalistas (Rumis, de Manuel Barragán; Aviones, de Manolo Díaz; Ataraxia o Las ganas siempre sobran, de José Manuel Hidalgo, y El hombre que escuchaba las baladas de Alejandra Guzmán, de Víctor Hugo Velo Muruato) poseen una gran fuerza en sus posibilidades escénicas. Al mismo tiempo, revelan una conciencia aguda sobre la música del lenguaje y la arquitectura de sus personajes.
A decir de los jurados del certamen, son “cinco trabajos que arrojaron sin piedad voces que manan de una fotografía Polaroid revelada con cierto desencanto, dejándonos ver estampas y la exégesis de este mundo que se cae a pedazos; el cine es el pulmón de su imaginario y el desencanto peripatético su combustible; la realidad es una pantalla touch estrellada; los antihéroes dictan el evangelio de sus universos crudos”.