Un hombre está condenado a revivir la misma escena cada tantas noches: Celia, su mujer, deambula sumida en la desesperación mientras que, en otra habitación, el llanto desconsolado de su hijo precede la llamada del peligro. Esta imagen descarnada funciona como punto de partida para la fascinante historia que transcurre entre la soledad de los bosques y el bullicio del circo.
Narrada con voces y perspectivas múltiples, la novela recrea un pasado hecho de secretos y violencias soterradas, a la par que muestra con toda su magnitud la persistencia de la memoria. Junto con el relato de la protagonista, Ecos reconstruye las voces de su madre y su abuela, quienes completan esta mezcla de pesadilla erótica, crudeza psicológica y exploración ambivalente del amor, la soledad y el deseo.
Con una notable economía de recursos, la autora tiene la virtud de crear atmósferas contundentes y a menudo claustrofóbicas, donde “los vivos cerramos puertas que los muertos abren”. Asimismo, despliega una visión en la que la realidad se revela con mayor fuerza cuando aparece bajo una luz fantasmal, creando de esta forma una novela íntima, de gran riqueza evocadora.