Los nueve textos reunidos en El problema de los tres cuerpos muestran la fuerza narrativa de su autora, quien fue distinguida con el Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2016. En estas páginas, la fluidez de la prosa va de la mano con la aspereza de los temas, y la crudeza de las situaciones se alía con el sentido del humor.
El libro evoca un equilibrio enrarecido que a cada momento está a punto de romperse. El desbordamiento es el punto de partida de sus historias. Sicarios y prostitutas, hombres postrados por la enfermedad y los accidentes; amantes que, tras el abandono, sólo pueden agravar sus fracturas vitales son algunos de sus personajes. Aunque se encuentran acechados permanentemente, la escritora no cae en una mirada catastrofista. Por el contrario, en sus cuentos la violencia no es un agente exterior, que altera el curso de los acontecimientos, sino que forma parte esencial de ellos, como una semilla que aguarda con paciencia el momento perfecto para estallar.
La fragilidad que se apodera de los protagonistas los humaniza y revela su auténtica intimidad. Después de todo, como se lee en una de estas páginas, el curso de nuestras vidas es una “ecuación imperfecta”.
Estos nueve cuentos de enorme fuerza expresiva recrean la atmósfera viciada propia del presente de México. Lo que aquí se narra podría estar inspirado en cualquiera de las historias de violencia que se suceden a diario en el país. Una humana, íntima fragilidad hermana a los personajes. Sicarios y prostitutas, hombres perseguidos por la pobreza, la enfermedad y los accidentes, amantes desgraciados son algunas de las figuras que habitan los paisajes desérticos del norte descritos en estas páginas, en las que nunca se pierden de vista algunos de los fenómenos sociales más significativos de México: la religiosidad popular, las pésimas condiciones de trabajo, el narcotráfico. El volumen revela la pericia de la autora para construir relatos de elaborada estructura y lenguaje directo, incisivo, sugerente, en ocasiones hasta humorístico. Sin nunca perder de vista a los grandes escritores que la precedieron, como Juan Rulfo, y a los contemporáneos que abordan la realidad mexicana, la voz de Aniela Rodríguez consigue imponerse aquí con toda su vigorosa personalidad.