La historia señala que el nacimiento de la poesía está ligado, por un lado, a la necesidad de dar sentido al mundo y, por otro, de recordar ese sentido, de allí el nacimiento del verso como un recurso nemotécnico. Y donde mejor se ve esto es en la música, una de las vocaciones de Juan Vadillo.
Poesía o música: el múndo es ritmo, canto y secuencia, mirada y tacto, respiración que vuelve humano lo humano, ¿Verdad de Perogrullo? No, pues lo humano -el amor, por ejemplo- sólo lo es en su reiteración de lo único. Así el olvido es inevitablemente un ejercicio selectivo de la memoria.
Por eso Juan Vadillo olvida lo inolvidable: el paisaje en que se ejerce esa memoria y como señala Angelina Muñiz-Huberman, no rechaza el contenido paradójico de todo poema, es decir, de todo verso en su re-verso.