La fidelidad de Alfonso Reyes con la obra de Miguel de Cervantes es un secreto a voces como apuntó Manuel de Alcalá en su ensayo sobre el tema. Recuerda ahí cómo desde sus primeros años el autor de "Visión de Anáhuac" practicaba la lección de don Quijote: "Mi primera lectura data de aquel enorme infolio con las magníficas ilustraciones de Doré que hacía mis delicias en la casa paterna. El volumen me quedaba grande, y yo tenía que materialmente sentarme en él para leerlo".
Del ensayo acucioso de Alcalá se desprende que Reyes traía al Quijote en la punta de la lengua y a flor de piel llevaba las lecciones de Cervantes cuyas obras leyó y releyó a lo largo de su vida sacando su savia. Reyes practicó el arte de la lectura, y a caso aún más el arte de la relectura. ¿Cuántas veces habrá leído Reyes la novela titulada El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, llamado familiar y sencillamente el Quijote? Por lo menos cuatro hasta 1908, según informa a P. Henríquez Ureña. Para don Alfonso, la lección de Cervantes no fue fortuita, formaba parte del hilo que le permitía adentrarse y orientarse por las quebradas y los cauces más diversos de las literaturas hispánicas.