Los poemas de Manca, de Juana Adcock, dan forma a la anatomía de la violencia en México. Su autora concentra los versos en esquirlas y fosas con la intención de hacer válida la memoria. No de manera azarosa Adcock rastrea este fenómeno que ha alcanzado su nivel más alto, mismo que se ve reflejado en un país abatido por la crueldad y el constreñimiento. Dividido en tres secciones, “A la Bastille”, “Una casa dentro de otra casa” y “En Transit” Manca entrelaza el presente histórico con voces que dialogan en dos idiomas.
Escribir encarnándose en el cuerpo de mujer supone también cuestionar una aproximación cerradamente identitaria de la escritura como reflejo de una supuesta "realidad" (corporal) creadora de comunidades delimitadas. Manca se configura con palabras dislocadas, fragmentadas, rotas como testimonio de una opresión, un silenciamiento, una ruptura. La mirada crítica al presente dolorido puede ser subversiva además de curativa. Solo muy recientemente lo hemos aprendido.
Los poemas de Manca, esta suerte de anatomía de vida y muerte diseccionada por Juana Adcock, constituyen en última instancia una manera de reivindicar la necesidad de un registro poliédrico complejo pero aún incompleto y frágil. El lenguaje, y la alta conciencia del mismo en Manca, es una forma de alterar, de intervenir la realidad. Manca cuenta con una pérdida, una falta, y al hacerlo empieza a restaurarla.
María José Bruña Bragado