Para José Ramón Enríquez la voz como vehículo del texto es un elemento fundamental en la poesía. Esto sin duda le viene de su vocación como autor teatral, pero el poeta —a diferencia del dramaturgo— busca oírse en el texto, no a através de un actor y una puesta en escena, sino en la página misma ya como sonoridad y canto: canto que es a la vez excepción y cotidianidad, universo de vivencias, lecturas, aconteceres tamizados por la memoria y la escritura. Poeta heterodoxo entre los autores de su generación en México, su tono se hace presente en este libro, madurado lentamente. Decenio, con sus temas habituales , con un timbre a la vez testimonial y reflexivo, religioso y subrayadamente humano, a la manera casi de un diario existencial confirma a su autor como imprescindible en la actual lírica mexicana.