Acérrimo enemigo del sistema democrático de la Atenas del siglo V a.C., el autor de esta obra, hoy desconocido, muestra que las acciones de gobierno de aquel sistema no eran equivocadas, como pretendían los críticos tradicionalistas con razonamientos ingenuos y superficiales, sino que, en realidad, eran justas y adecuadas desde la óptica del poder establecido. En este análisis político de las fortalezas y debilidades del sistema democrático se pone al descubierto que, en aquel régimen, los pobres tenían los privilegios de acceder a los cargos públicos más rentables, de tomar las decisiones más ventajosas y de gobernar de acuerdo con su conveniencia. Los oligarcas y sus partidarios, sintiéndose abrumados y perseguidos por las mayorías de los ciudadanos pobres, pretendían la supresión de la democracia. El autor de esta obra observa que las propuestas y acciones de sus correligionarios tendían sólo a reformas superficiales, y ante la potencia y solidez de ese odiado sistema político que es la democracia, no ve más salida que destruir de raíz los cimientos que lo apuntalan.