Durante un viaje a Alejandría, Apuleyo, orador brillantísimo, se detuvo en Oea (Trípoli). Sicinio Ponciano, condiscípulo y amigo, lo invitó a hospedarse en su casa; y poco tiempo después le propuso que contrajese matrimonio con su madre Pudentila, viuda desde hacía ya varios años. La señora frisaba los ocho lustros. Apuleyo, joven de treinta años, se sorprendió de la propuesta; pero acabó por aficionarse al proyecto y a Pudentila, quien decidió unirse con él en matrimonio. El suegro de Ponciano y uno de sus tíos, quienes veían que la jugosa fortuna se convertiría en dote de Apuleyo, lo acusaron de ser mago, y de haber doblegado la voluntad de Pudentila. Pero la trama de los acusadores fue desbaratada hábilmente por el discurso de Apuleyo.