Ha sido mi fortuna leer varios libros o participar en la defensa de tesis doctorales sobre Monterroso durante los últimos veinticinco años. Debo decir que el de An Van Hecke supera esa producción con creces, por su gran capacidad para decir algo novedoso y desafiante sobre él y la totalidad de su obra. Aseguro incondicionalmente que se aprende muchísimo de este libro, y es difícil pensar en mejor muestra de madurez intelectual. Su investigación es la mejor de años recientes, e incluyo mi propio trabajo.
Van Hecke no escatima ningún esfuerzo o recurso para llegar a sus conclusiones, y lo hace con perspicacia y consistencia, conceptualizando varias ideas estructurales sobre la obra de Monterroso acerca de las cuales parecía que se había dicho todo. Cuando comenta la frase “No me ubico”, que el joven Monterroso presuntamente escribió clandestinamente para protestar la presencia del régimen que le condujo al exilio, vemos cómo Van Hecke ha trazado un arco perfecto entre lo que propone al principio de su trabajo (un viaje y diálogo con el autor y todas sus raíces) y otro resultado principal de su investigación: un análisis exhaustivo de la crítica sobre el autor.
Ese arco es un emblema de la permanente conexión entre intención y consecuencia en este libro, y es en los detalles cuando aparece el pensamiento de la autora con brío, ya que la organización y progresión de su obra dependen del desmenuzamiento que lleva a cabo desde el primer capítulo. Estamos ante una sensatez y sabiduría que resurgen constantemente, y ante concisas redes conceptuales a las cuales acude a través de su libro. Sobre todo, este libro de Van Hecke contiene una elegancia y diplomacia que el sabio Tito hubiera apreciado enormemente, y no puedo pensar en mejor elogio.