El tiempo es la soledad más desnuda, dice el filósofo, y sólo tiene un rostro: el del instante. Entre el fantasma del pasado y la ilusión del porvenir los poemas de Gabriela Balderas imprimen su huella sobre la realidad. No dejar que se escapen esos instantes, que son la muerte misma, ni aceptar el luto del porvenir traicionado, son las tareas de esta poeta que siempre está vigilante de la discontinuidad del tiempo. La experiencia poética es indisoluble de su experiencia directa de la duración. Poemas cortos: poemas del instante —fuente misma del impulso vital. Los parecidos pasos de Ungaretti. Gabriela Balderas inicia el camino con buen rumbo y mejor sol en esta primera muestra de su talento. Con bellas imágenes ella sabe mejor que nosotros hacia dónde va, intuye el amor, detecta el odio convertido en hongo, para descubrir también que arde el pastizal del júbilo; ha visto que en su patria las mujeres/caminan con el corazón descalzo, así como sabe escuchar con atención cuando la piedra no calla. La poesía de Gabriela Balderas es un hábito de ser. Lo que persiste es lo que se regenera.