Que en cada instante mi corazón sea templo de flores y manantial de cantos. Por mi boca se escucha el Otomí, sonido primordial de los Menxihmehöi, la Primera Humanidad. El mismo lenguaje armónico que cantaron con aves nuestros ancestros Olmecas, Cuicuilcas, Tlatilcas, Toltecas, Teotihuancanos, Xiquipilcas; con él elevaron sus plegarias Otontecuhtli, Conin y Tlahuicole. De estas voces vienen los mensajes de paz y dignidad; de este idioma renancen las teas que no ahúman, luces del nuevo amanecer Otomí.
Agradezco a Ojä-Mähkihmuu (Gran Espíritu Creador-Creadora); al Tsi Máhki Ndohta (Venerable Padre Viejo); a latís Mähki Ndome (Venerable Madre Vieja); a las Cuatro Direcciones del Universo; al Corazón del Cielo y de la Tierra, por el honor de vivir el Nuua Nuya (Aquí y ahora). Por esta bendición de compartir.
Con el permiso de Mähkime Höi (Venerable Madre Tierra); de Mähki Tata Hyadi (Venerable Padre Sol); de Mähki Ndome Zänä (Abuela Luna Venerable); de Mähki Hits’s. De mis Guías y Guardianes, del Thaay (Gran Mensajero del Mähkipa-Mähkhöi, las Dimensiones del Tiempo y del Espacio); de ‘Botzanga (Gran Lagartija Negra, Iniciado en Ndonguu, Sabio Gobernante y Joven Poeta de la Gran Nación Otomí).
Donihñä (La palabra Florida Otomí Olmeca) transmite la alegría de nuestras niñas luna y nuestros niños sol. Viene del llamado de todas las generaciones a reavivar el Fuego Mayor de nuestra lengua materna, y no sea apagada por las tempestades del etnocido lingüístico no del genocidio cultural, iniciados hace más de cinco siglo.
Esta labor está impregnada de las revelaciones del Däbädi, los Ancianos Sabios, mis incasables teas guiadoras; esta misión ceremonial, amamantada desde el seno materno y paterno con los consejos de poder, murmullos mágicos recordándonos que aún en la más densa niebla, Dähtso, el Lucero de la Mañana, ha alumbrado nuestros senderos. Estamos en los resplandores del alba de la Literatura Indígena. Que estos sean tiempos propicios para dar luz los más bellos himnos otomíes que se hayan escuchado en la inmensidad del Cosmos. El tambor sagrado, la flauta, el caracol y el latino del corazón celebran el retorno de las voces milenarias de los que habitamos esta Tierra.