Si, como dicen, las cosas se parecen a su dueño, en las obras de Bárbara Colio aparecen —como en ella— voces potentes y misteriosas que presagian un terrible final. Voces que se filtran a través de la aparente calma en que deambulan sus personajes logrando sostener, hasta el final, esa especie de sueño, de delirio. En esta compilación teatral, En la boca del lobo, a mi gusto, uno de los mayores aciertos es: Nunca decirlo todo, nunca hablar de más. Crear ese misterio que lentamente y sin saberlo —como la vida misma— nos orilla al precipicio. Vislumbramos la masacre, mas en el desenlace la violencia aparece disfrazada o más bien, pareciera, nunca se desata. Terminamos de leer y —hay que confesarlo— no sabemos a ciencia cierta qué fue lo que sucedió; intuimos que algo se ha roto, que las cosas han cambiado y que por alguna razón ya nada es igual. Lo que más aprecio como lector, además de esa sensación perturbadora que nos deja su lectura, es el encontrarme con textos cuidadosamente construidos, cerebrales, personajes difíciles de reconocer, de clasificar, historias extrañas, espesas, jamás exentas de humor. Bárbara Colio es una autora que ha afinado su oído y demostrado sus avances en cada nuevo texto, los propios de alguien que sabe que el oficio nada tiene que ver con la inspiración. Bárbara Colio es demasiado joven y si cada vez escribe mejor es porque se lo ha propuesto. Quienes conocemos a esta mujer sabemos que si algo no tiene es miedo a hablar. Sus obras lo demuestran.
Edward Coward