El crecimiento siempre llega como el desenlace de un cuento, no importa si de hadas o de terror, parece decirnos Eve Gil con esta novela de formación de protagonista femenina. La niñez y la soledad, la amistad y el amor se cruzan formando un tejido solidísimo con las familias chicas y los patrones femeninos, las extravagancias liberadoras, las tías sofballistas, las escuelas y los sueños como proyecciones, rebeldía o borrachera. Réquiem por una muñeca rota (Cuento para asustar al lobo) trata de una amistad más fuerte que la costumbre de obedecer, entreverada de celos y de rabias que se van descubriendo poco a poco. Y Eve Gil la escribe como una mujer casi niña que emplea, por juego o por placer de curiosidad, las palabras terribles del primer deseo en un estilo efervescente, por momentos arrebatado como el primer beso, en otros terrorífico como la violencia sexual. Nadie, mucho menos la protagonista, víctima de la voluntad paterna de desentenderse de ella, puede creer que se le nieguen las posibilidades de desarrollo de sus talentos y sueños solamente por el hecho de ser una niña. No obstante, ese juguete en manos de la voluntad ajena que potencialmente es cualquier menor, tiene en la manga el as de la estrafalaria pasión adolescente para no doblarse hasta la aniquilación. Y sale, si no victoriosa, absolutamente capaz de abrazar un esbozo de identidad propia. Réquiem por una muñeca rota (Cuento para asustar al lobo) es una novela que no debe dejar de leerse, tiene el suspenso y los orgasmos necesarios para sonrojar a más de una madre y liberar a más de una hija.