Ay de aquel que se niega a oír la historia, siempre igual e inédita, del pequeño instante de abatirse. O que no deja fluir la sangre para que se abran las puertas del mañana, cuando advierte la inminencia del desastre en la perduración de una constante universal - gota o Amor- cuya vigencia se afirma en las lágrimas a solas. La marejada que nos embiste con sucedáneos de luz y suplantaciones de la verdad humana, hacen de éste, un tiempo sin sentido, incierto; hora de riesgo y asechanza. Ocasión de extravío y vanagloria. Descubrir una voz inaugural que se expande diáfana, como un treno luminoso en medio de la noche, vibrante entera, mientras remonta la confusión de lenguas en su cauce, para insurgir alba de su baño lustral desde la fuente Castálida, el latido interior de las edades despierta y, ciertamente, produce escalofrío. En este libro, de Lourdes Rangel, sin parámetro ni referencia se reúne el milagro atroz, el antiguo dolor de la búsqueda del otro, la certidumbre del vacío como límite al entrar al sueño que llamamos existir. De ahí la contundencia clásica de esta sutil construcción atrevida con la originalidad de los elementos prístinos que hacen posible la percepción del mundo... "porque en un molino de sueños las gavillas de luz no se apagan".