Gilbert Durand mencionaba que el mar es una expresión de lo mutable y lo disipado, una gran imagen funeraria. En 33 sirenas, el autor desarrolla atmósferas que potencian una visión íntima, donde los personajes y las sensaciones quedan sugeridos. En este libro, dividido en cinco apartados, se percibe aquello que habita en el interior del mundo y que es imperceptible a simple vista. Rodrigo Guajardo construye un mapa del océano y sus islas, con un lenguaje cifrado, experimental y breve, el cual hace homenaje al canon de la poesía mística española; apela a nombrar con otras palabras la belleza y la condición humana. Desarrolla episodios sensuales, místicos y oníricos que sitúan al lector en un canto hipnótico entre la fantasía y el deseo carnal.