Fernando Vega-Villasante aborda con un profundo ensimismamiento las naves de los cronistas que, desde el siglo XVI, intentan penetrar en el océano precolombino de la raza aborigen, y logra introducirse con viento risueño hasta los más recónditos confines de una sensibilidad asombrosamente sudcaliforniana. Su estilo es llano, coloquial, ameno, con frases de indiscutible calidad poética e imágenes y figuras que salpican el texto con creatividad de buen gusto y, sin perder su correspondencia, alegran y cautivan la continuidad de la lectura. Aun cuando no llena la factura de la novela, Los dioses del desierto es, sin lugar a dudas, la primera relatoría de la mitología sudcaliforniana en los siglos indígenas. Ha habido —es cierto— intentos aislados para exhumar el cosmos de los guamas y la filosofía ermitaña de la península. Ahora se exterioriza en un libro. Enhorabuena.
Armando Trasviña Taylor