Desde las primeras frases de su primer diálogo, Afectuosamente, su comadre, de José Dimayuga, crea la situación dramática, como un nudo de corbata logrado al primer tirón. El azar de un accidente pone en íntimo contacto a dos personajes que de otro modo jamás se habrían tratado, ni mucho menos entreverado: el joven travesti y la añosa maestra de escuela. Esta estupenda comedia —brillante en el lenguaje, en el humor, en el contrapunto sentimental, en la creación de personajes— es al mismo tiempo un canto, no por regocijante menos sentido, a la amistad imprevista y perdurable con que las misteriosas calles de la noche (ora risa, ora drama) anudan en ocasiones —y de un solo tirón— a las personas más ajenas y remotas.
José Joaquín Blanco
Desde las primeras frases de su primer diálogo, Afectuosamente, su comadre, de José Dimayuga (aparecida originalmente en 1993), crea la situación dramática, como un nuedo de corbata logrado al primer tirón. El azar de un accidente automovilístico pone en íntimo contacto a dos personas que de otro modo jamás se habrían tratado, ni mucho menos entreverado: el joven travesti y la añosa maestra de escuela.
La solitaria profesora cree haber atropellado en la noche auna mujer algo borracha y algo extravagantemente vestida. La lleva a su departamento, la cura. Se truena los dedos en la angustia de que ella, defensora de la bondad y el civilismo, le haya hecho daño. La mujer resulta una vestida… demasiado tarde. La conversación entre ambos solitarios ha calado, y sigue profundizando a cada momento, más allá de lo que cualquiera de ellos hubiera imaginado. La extrema (y falible) virtud de la buena profesora. La empeñosa (y falible) disolución del prostituto travestido. Todo un enfrentamiento de extremos desde el principio.
José Dimayuga entrelaza la alegría y el cariño solidario, la farsa y los vuelcos del corazón, la perspectiva irónica y la cala sentimental: una historia de la noche urbana que acerca a dos alejados e identifica a dos diferentes; los contamina y hermana cual vasos comunicantes, convirtiendo el azar en un encuentro entrañable, y el accidente en un destino de reconocimiento y cariño.