El poeta nuevo, implícita o explícitamente —reiterativo Adán— asume su condición ante las palabras. Jorge Octavio Ocaranza hace de este asunto uno de los ejes fundamentales de su libro: tanta es la importancia de la palabra en el hombre que es "cosa habitada de palabras", dice Ocaranza. Gira alrededor de la palabra, del verso, del poema tenso entre la incertidumbre del ejecutar "a ciegas con voz impredecible" y la certeza de que "sabe encontrarnos el poema". La palabra liga a Jorge Octavio Ocaranza, pues, con la poesía y, paralelamente, con la mujer. En un proceso de relación con la mujer, primero se aboca a su nombre, para llevarlo consigo hasta hacerlo crecer hasta el silencio, y poderla convocar en cualquier momento; para que aparezca, para que sea el "nombre que me calza al mundo". La voz de Jorge Octavio Ocaranza comienza a nombrar, con este libro suyo, desde el silencio hacia los oídos atentos que necesita para ser escuchado. Y desde aquí inventa los deseos del canto.