La poesía exige del poeta un tenaz e insobornable amor por el lenguaje. No para hablar del lenguaje mismo, sino para expresar lo que está más allá del mundo verbal, lo que una y otra vez conmueve nuestra vida sin nombre aún. El poeta sabe que lo que importa de la poesía no son las palabras con aliño. Pero sabe también que sin un dominio absoluto del idioma no es posible arribar a un espacio más vasto. Por ello el trabajo del poeta es una evolución profunda, interminable quizás, con el lenguaje o con el silencio de todo aquello que aún no expresa: con la verdad de sus palabras y con lo que él siente que le toca decir. Éste es el primer libro de Maries Ayala. De la verdad de su pasión por la poesía dependerá que su evolución permita el encuentro que en sí misma puedan tener el idioma y la vida. Es la aventura y el destino de todo poeta.