¿Quién ha salido ileso de un libro escrito por Cioran? ¿Quién no ha sonreido con sus ocurrencias repletas de aguijones, como aquella donde señala que “desde siempre, Dios ha escogido todo por nosotros, hasta nuestras corbatas”? Sin embargo, el rumano celestial, como lo llama J. A. Sánchez, aún sin apartarse de su humor, asesta sin piedad golpes demoledores, como cuando asegura que “todo acto halaga a la hiena que hay en nosotros”. Producto de su crecimiento al lado de los Silogismos de la amargura y del Breviario de podredumbre, este volumen de intensos textos breves, titulado Preludio hacia ninguna parte (cuatro movimientos), es el primero que publica J. A. Sánchez. El poeta Francisco Hernández ha comentado sobre este poemario lo siguiente: “Me gusta el título, porque si hay algún libro que carezca de brújula, es el número uno de nuestra producción. Y también me gusta que J. A. Sánchez sea un poeta de pocas palabras, lo que no es ninguna sorpresa, viniendo sus influencias de quien vienen. Conoce (intuye) bien sus objetivos y sospecha que la madera del corazón es la mejor para fabricar ataúdes, que el humo es comestible entre las dictaduras de las ruinas y que la poesía escurre porque es un reloj de pulsera y una plomada que a la vez es curry. De los caminos propuestos por la joven poesía mexicana, el de ir hacia ninguna parte, sugerido por J. A. Sánchez, es para mí el más honesto y uno de los más lúcidos”.