A la manera de un álbum de corridos norteños, los catorce tracks de Flor de Capomo forman un mundo pleno de violencia, absurdos, drogas y desamor. En ellos, un periodista pierde su empleo debido a su adicción; un pueblerino traza una cancha de futbol con cocaína; asistimos a la disertación existencial de un hombre despechado y somos testigos de la historia de un asesino de homosexuales. Con irreverencia y un lenguaje que se deleita en sus giros y hallazgos, Flor de Capomo es una actualización de los caminos abiertos por la narrativa de autores como Luis Humberto Crosthwaite y Élmer Mendoza. No es, sin embargo, literatura del narcotráfico, sino un homenaje a la música norteña clásica y una interesante aportación a la nueva literatura mexicana.