Este libro obtuvo el Premio Nacional de Cuento Joven Julio Torri correspondiente a 2003. Se nos revela así un novel autor de estilo incisivo y provocador. Con mano segura, con lucidez e ironía, propone sus breves y atractivas historias que, notablemente sólidas y de estilo directo, son resultado de una penetrante mirada y de un oficio eficaz. Aquí y allá, brilla una malicia alimentada lo mismo por la conmiseración que por la crueldad. La clave de estos cuentos descansa en el frágil destino de sus criaturas, estoicas o cínicas, pero invariablemente contaminadas por el misterio de su santidad caída. Aquí caben todas las sutiles transgresiones cotidianas que nos revelan la ineludible soledad e incomunicación humanas. Así, la muerte puede hacernos bromas crueles, el goce suele trocarse en el dolor de la pérdida, lo banal nos lleva a la violencia, los idealismos fetichistas siembran en nuestra vida enigmas equívocos, los prejuicios consolidan nuestras cadenas y el fracaso, convertido en resentimiento, alimenta nuestros sueños desesperado y entrampa nuestros deseos. Nuestra endeble rebeldía, perdida en su enajenación, puede llegar a ser el camino de una liberación falsa y encarecer el clima de nuestras experiencias. Este joven narrador tiene algo que decir y sabe cómo hacerlo.