Desde hace casi cuatro décadas, la Ciudad de México se ha convertido en el inagotable mapa de buena parte de la creación literaria y del trabajo académico de Vicente Quirarte: “Leer la ciudad es defenderla. Vivirla es sostenerla”, declara al final de esta personal reunión de poemas, relatos, ensayos y otros varios instrumentos con los que retrata y mide el pulso de nuestra ciudad.
Escritor, investigador y profesor universitario, Quirarte es también un incansable caminante y un acucioso observador de los detalles escondidos en cada construcción, detrás de cada umbral y a la vuelta de las esquinas de la megalópolis, de sus milagros cotidianos y de sus diarias afrentas, cuya caótica reunión conforma no sólo el abigarrado espacio vital que es territorio de las aspiraciones y de los deseos, las dichas y penurias, los reclamos y las conquistas cívicas de sus habitantes, sino la vasta urbe de la imaginación por la que transitan Lesbia en bluejeans, Ramón López Velarde, provinciano citadino, Benito Juárez con la patria a cuestas; el Hombre Araña, clandestino en la recámara del adolescente escritor futuro; y un secreto y envejecido Arthur Rimbaud, entre una larga cauda de personajes reales o ficticios que aquí aparecen.
“La ciudad es un texto, y todos contribuimos a escribirlo. La pequeña odisea de recorrerla diariamente es tan importante como las heroicas epifanías que coronan nuestra aventura. El poeta, como el urbanista, es un lector profesional de su entorno, un iniciado capaz de traducir sus cambios y sus emociones. El poeta es un biógrafo emotivo de la urbe…”. Leído a la luz de esta declaración de autor, este libro, además de una biografía es un autorretrato.