Entre un antes y un después, la vida humana puede sufrir sutiles aunque decisivos cambios. El sueño nos lleva a otros sitios y tenemos que empezar a comprender de nuevo todo lo que creíamos conocer. Nuestro cuerpo se hunde en el silencio se amodorra en detenimientos y olvidos. Cuando hay que escuchar, cuando hay que imaginar, la obsesión llega a apoderarse de nosotros, demasiado torpes para recordar el origen de extrañas huellas dolorosas. Si el pasado no es la prefiguración del futuro, como una omnisciencia desorientada y confusa, recurrimos entonces a los fantasmas, a los sin voz, a sus sedientas sombras que saben cuan efímera suele ser nuestra existencia. Cuando conocemos a un vampiro, nos sometemos a sus deseos y hasta llegamos a sentir lástima de no poder someternos lo suficiente. Queremos evitar el dolor propio y el ajeno, pero ¿Qué es el horror silencioso cuando se presenta como una llama fría en medio de nuestro mundo? La certeza de que no sobreviviremos a la leyenda, ni si quiera a sus equívocos despojos, nos hace sentir que avanzamos por un túnel: el de nuestro olvido, confundido con nuestro mundo cotidiano.
Un jurado compuesto por los escritores Mauricio Bares, Orlando Ortiz y Pablo Soler Frost otorgó el Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras 2005 a esta novela del poeta César Silva Márquez.