Como acota el subtítulo, La migración interior es un abecedario: el abecedario que un escritor ha compuesto leyendo las obras de otro, absorbiéndolas y asimilándolas al grado de poder comentarlas en desorden o a saltos, no con arreglo a la cronología de los libros ni a la biografía del autor leído –que de cualquier manera son tenidas en cuenta-, sino en función de intereses, preocupaciones, motivos recurrentes, imágenes y gustos íntimos y personales. El mundo según Juan Goytisolo y el mundo particular de Juan Goytisolo aparecen aquí en orden y sin orden, simultáneamente. Hay un orden, sí el del alfabeto, que va de un árbol a Barcelona y del yo a un zoco, pasando por la heterodoxia del escritor español y por su Quijote personal, por el barrio parisino del Sentier y por la plaza de Xemaá-el Fna, y así hasta sumar veintiséis letras que también son veintiséis entradas de un diccionario, y veintiséis piezas de un ensayo al mismo tiempo global y fragmentado: un rompecabezas, un mosaico. A la vez un desorden lúdico, impredecible, que pone a las novelas y ensayos de Goytisolo a dialogar entre sí, viéndose las caras o dándose las espaldas, tomándose las manos o haciendo guiños de complicidad y entendimiento. Por estas razones, como anota Luis Vicente de Aguinaga, La migración interior “es y no es una monografía, es y no es una recopilación de artículos, es y no es un cuaderno de notas y observaciones”.
En todo caso, La migración interior es un libro de investigación literaria, un abarcador esfuerzo de inspección de asuntos y temas fundamentales para el estudio de Juan Goytisolo y un ejercicio de plenitud ensayística, introspectivo y generoso. De ahí que in jurado compuesto por Evodio Escalante, Alejandro Toledo y Hernán Lara Zavala le haya concedido el Premio Nacional de Ensayo Joven José Vasconcelos 2005.