En 2000, en el centenario natal del poeta jalisciense Elías Nandino, Traslación de dominio, de María Rivera, obtuvo por unanimidad el Premio Nacional de poesía Joven Elías Nandino, concedido por un jurado que integraron Paula Alcocer, Ernesto Lumbreras y Mauricio Montiel Figueiras. En Traslación en dominio, libro inicial de una de las voces mejor dotadas de la nueva lírica mexicana, despunta esa forma terminal del exilio que todo poeta enfrenta en nuestros días. Desde su apuesta radical, María Rivera toca los límites del lenguaje, esa orilla en la que la cadena de las explicaciones ya no tiene ningún otro eslabón. Aquí, en este margen indócil, preguntar qué significa la pérdida equivale a preguntar qué significan las cosas y las palabras que la designan. La autora se interna en esa franja oscura donde hallamos a las cosas significando, sin que podamos reconocer el instante en que empezaron a significar. Perpleja ante esa noche el origen, intenta darle alcance a un habla capaz de trasladar al terreno del poema la dicha recordada. El dolor, la disolución, el incendio se entrecruzan y mezclan con la memoria y la palabra, la cual la actualiza y la transforma, traslada su dominio a otro dominio, ignoto y acaso inaccesible. Entre los 150 libros que participaron en el certamen de ese año, convocado conjuntamente por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través de la Coordinación Nacional de Desarrollo Cultural regional y del Programa Cultural Tierra Adentro y la Secretaría de Cultura de Jalisco, a través de su Dirección de Literatura, y el Ayuntamiento de Cocula, Traslación de dominio fue el libro ganador por su novedosa propuesta, que situó a su autora como una de las poetas jóvenes más prometedoras de México, lo cual se reafirma con esta segunda edición al cumplirse los treinta años de tan prestigiado premio.