Siempre en el límite de la incandescencia La sal de los lucientes instaura una tensión oracular. Desde ese (pre)decir, cada poema se apropia de lo intemporal, paradójicamente, para incidir en el presente poético. Es decir, partiendo de un tiempo mí(s)tico lo protagónico del libro es ciertamente la condición humana actual necesariamente redimida de su trivialidad historicista. Escrupuloso de un lenguaje cifrado muy personal contrapone un tono transparente, en lo audible, en lo visible del discurso logrando una síntesis de generosa sugerencia. La tradición que asume Víctor Ortiz Partida, el simbolismo francés que permea todavía en René Char y en Georges Shéhadé o el hermetismo italiano, por mencionar dos vertientes de escritura, procuran lejos de la enajenación un concierto crítico de elementos formales, de poéticas no sólo vistas en el aparador sino apropiadas bajo la revisión más exhaustiva.