En esta narración de título obstétrico, el testimonio del protagonista principia los días previos al nacimiento de su primer hijo, llamado a ser el anticristo bíblico, la bestia apocalíptica. Con la mujer a punto de parir Manuel R. Montes lanza una analogía contemporánea con Fausto de Goethe, en la que Mefisto es el partero del vástago diabólico y con quien el padre deberá negociar, entre otras cosas, que lleve por nombre Fausto. El hospital, pleno de poder comercial sobre la vida y la muerte, los familiares acomedidos y torpes, el parto fantástico y el doloroso puerperio, son descritos con ácida ironía y sorpresa. Al principio y al final de la obra toma la voz narrativa el bebé, mientras hurga entre los apuntes y libros de su padre, tratando de auxiliar su desafortunada labor literaria desde la sobrenaturalidad. Un audaz ejercicio literario en que el terror logra adquirir matices familiares.