La vida en los años finiseculares se ha transformado en un desatinado malentendido: la piedra sillar del Cuarto Reich se encuentra en México los bárbaros acosan las puertas de la ciudad; los dioses paganos levantan la cabeza y el amor carnal parece la única alternativa. Así, La casa del ahorcado resulta el bosquejo neonaturalista de una sociedad que no acostumbra mirarse en el espejo. Por medio de una saga familiar vertebrada por el equívoco, el humor pedestre y la ironía sexista, cuatro generaciones de Montalvo-Zamarripa coinciden en una Ciudad de México signada por la catástrofe para intentar, por separado, la salvación.
Esta obra del destacado narrador veracruzano fue finalista del Premio Planeta 1992 y editada por primera vez hace 15 años. La segunda edición confirma, con el discurrir del tiempo, los finos valores de un complejo discurso novelístico que describe una saga familiar a lo largo de cuatro generaciones, en la que cunden el desatino, el humor vulgar y la ironía sexista. La corrupción, la carencia de limpias convicciones y los males sociales que caracterizaron al sexenio salinista, son el escenario donde se mueven sectores clasemedieros no habituados al autoexamen crítico ni al coraje de mirarse en el espejo.