Este libro está escrito como por alguien que viera el mundo a través de un vidrio corrugado: no ve con nitidez pero capta el dibujo esencial de todo o, mejor dicho, su dibujo mental, mítico. Más que por imágenes, esta poesía transcurre por visiones, y cada descripción es en realidad, una evocación, porque aquello que se ve “con un cristal invicto de por medio” asume fatalmente la categoría de algo ya visto y conocido.
Quizá por eso, acosada por la injusticia de un mundo que nos proporciona arquetipos y no cosas, recuerdos en vez de experiencias y fantasmas en lugar de los seres originales, Tedi López Mills interpela apasionadamente los bordes, el filo de las cosas, las zonas fronterizas, el universal “entre” (palabra que regresa obsesivamente en sus poemas), como quien se ve forzado a buscar ahí, en los márgenes, la Arcadia perdida, el jardín final, aquello que puede verse sin mediación de ningún cristal, aunque sólo por un instante.