En el imperio Romano, Tácito fue cuestor, miembro del colegio sacerdotal, edil, tribuno de la plebe, pretor, cónsul, gobernador, y yerno de cónsul: poderoso hombre de estado, y además de sólida formación retórica y literaria. Así se entiende que este historiador haya tenido acceso privilegiado a los diarios y documentos oficiales, a las actas del senado, a los discursos de los emperadores, a las memorias de personajes como Agripina o Corbulón y de un gran número de historiadores, y a todo tipo de inscripciones conmemorativas. Producto de ese privilegio de poder político e intelectual son los Anales, que muestran cómo Augusto, con la creación de la dinastía Julio-Claudia, termina con el régimen republicano y con la libertad, según palabras del propio autor.