Con un autor clásico jamás esta dicha la última palabra. A sesenta y un años de la temprana y trágica muerte de Jorge Cuesta y en el primer centenario de su natalicio, consideramos valioso destacar su presencia en nuestras letras desde la perspectiva de nueve escritores mexicanos jóvenes, para dar una visión panorámica desde distintas facetas y, sobre todo, invitar a las nuevas generaciones de escritoras y escritores a que den su propia visión crítica de nuestros autores consagrados. Jorge Cuesta no es un autor fácil, emprende el análisis de su obra implica un doloroso pero necesario tránsito por su desgarrada vida. Sus polémicas opiniones políticas, su quimera búsqueda alquímica, que lo llevo a experimentar en su propio cuerpo las sustancias más diversas para dilucidar los secretos de la mente, en fin, su lucidez extrema, son siempre anzuelos que atrapan y atraparán la imaginación de sus lectores. El poeta es quien descubre cada vez el mundo, y expresa y nombra lo que encuentra; al ejercer el don adánico (que no tiene nada que ver con el género del poeta, sino con el acto de nombrar lo existente), la poesía no es sólo palabras, imágenes o cadencias bien ejecutadas: es un acto trascendental porque une la materia y el espíritu en el constante ejercicio de la libertad. Un poeta es capaz de crear mundos nuevos, forjar mitos, descifrar enigmas, transcribir profecías y urdir fábulas. Al final, la vida del artista es un eco dentro del legado de su obra. Pasado el tiempo queda el mito, la leyenda que se crea y se recrea siempre, a partir de las nuevas ópticas de sus lectores siempre renovados.