Lo proverbial en la poesía de Trujillo Muñoz es la luz. Una luz que se aposenta en atmósferas donde se ha congregado no otra cosa que la experiencia poética del mundo. En relatos míticos versificados, en brochazos de impresionismo, paisajes urbanos, poemas de amor, hasta en la simple anécdota, aparece obsesiva y enconada, esa voluntad por dejar ver lo otro, el territorio marginado por la mirada común y que la percepción poética ha de sacar de la sombra. La poesía de Gabriel Trujillo Muñoz se aleja de la asepsia que neutraliza tanto narices como glóbulos oculares frente a la vista y el olfato de lo que está en la raíz de toda experiencia, radical o no. Por esto, A plena luz es también palabra que busca hacer justicia a un "estar en el mundo" desde la poesía.
Eduardo Arellano Elías