"Yo tiendo este poema como un rayo de luz en medio/ de la tarde / y tú pondrás amantísima el crepúsculo y los pájaros". Estas imágenes condensan las obsesiones poéticas que Francisco Javier Larios va destilando con ironía, con ternura y avidez. Las revelaciones y evocaciones de la gran ausente, el lacerante y corrosivo humor ante el derrumbe cotidiano y ese asumir el naufragio con una mezcla de rabia y esperanza que lo hace confesar: "yo la fui queriendo a dentelladas/ a rabiosos golpes de ternura"; o bien: "Cada verso que escribo es un fruto podrido / Una ridícula ofrenda a la tristeza", marcan indeleblemente, en la piel y la palabra del poeta, las huellas del abandono o del encuentro que su plegaria desnuda va fijando en la memoria amorosa del lector.