En un ejercicio de decantada confección, David Izazaga recrea en sus cuentos cortos y minificciones los aires de una lengua nunca extinta, siempre viva y traviesa, que se entremete en los propios absurdos de su creación, para salir siempre airosa.
Ya en el momento de la aparición de este libro, José Israel Carranza comentaba: “No hay más precisa delación del ingenio de la risa. Cuando una escritura se propone apartar de su camino estorbos como la seriedad y la ternura, cuando avanza a paso resuelto entre follajes de circunspección y cautela sin que la rocen siquiera, es seguro que tiene su origen en una vasta y generosa malicia. Así la escritura de David Izazaga: un mordaz observador que sabe recorrer, con seguridad intrépida, los angostos desfiladeros del absurdo. Y que sabe, además, que las suertes que ejecuta conducirán al espectador a un gozo inmediato —el exquisito gozo de la burla— que lejos de ser gratuito, se deberá a la implacable fidelidad que cada relato guarda con situaciones en que todos podemos estar inscritos: cierto pero risible: ‘Nos vamos a morir todos’.
”Y por si fuera poco, no es sólo por esas zonas que habitamos —temerosos y a la vez desprevenidos— y que Izazaga registra con especial atención en la incoherencia que las genera, que este libro habrá de transportarnos: la segunda parte, ‘Evítese problemas’, procura la promoción del absurdo a un nivel distinto, el de la melancolía que produce lo inexplicable. Son, pues, las dos fases de la cruel y sutil sugerencia que el autor construye con un lenguaje ligero como un muletazo, certero como un uppercut, calculado como una carambola y eficaz y contundente como un gol: si nos vamos a morir todos, evítese problemas; al fin que nunca nada es exactamente así. Y habría que agregar: entérese por qué. Compre este libro, pídaselo al autor o róbeselo, pero hágase de un ejemplar. No siempre se topa uno con manuales de ingenio como éste”.