He intentado pintar a Pito Pérez mediante un trabalenguas, aunque quizá tendría que escribir un hip-hop. Tendría que escuchar ahora mismo alguna canción de Eminem y sugerir que a Eminem lo inventó Pito Pérez. Psicodélico, punk, rasta, rapero, teporocho, mojado, borracho recurrente y huésped entusiasta de cuanta cárcel se atraviese en su camino, el Pito es la confirmación viviente -porque está vivo, de eso no hay ni duda- de la intensa sentencia de Alfonso Reyes: El mundo se prueba por sus extremos. Pasumáuser, por poco pierdo pista: Pito Pérez precisa pioresnada, pero pocas pollitas parecen ponderarlo, pueque por pelagatos, por pobre poetastro, por perro pestilente, por pinche perdedor. ¡Pélenlo, por favor, pirujas planetarias! ¡Protégelo, Patetas, préstale porvenir! Pito Pérez pregona palabrotas para peor presumir pránganas pulimentos: precisaría pinole para parar. Profeta-presidiario-prestidi-gitador, Pito pita prendado por piernones prohibidos, para posteriormente proferir plegarias por peronés podridos. Precaución: perezoso puntual. Pito Pérez promete parsimoniosamente pasarse protocolos papanatas por puente propiamente personal. Pongan paja, piadosos.