Aunque no se refirió a ella como una de sus “vocaciones frustradas”, entre las cuales recordaba la arquitectura, la pintura, la ópera, el toreo y que acaso determinaron su vocación de escritor, pues mediante la escritura quizá pretendía “sublimar la substancia de otras aspiraciones o la esencia de un pasado vivido en los sueños”, en el principio Salvador Elizondo se imaginó como científico. Algo de ello persiste en el estilo de su escritura y en el desarrollo literario de diversos experimentos, la concepción de máquinas imaginarias, el esbozo de teorías posibles. Esos mecanismos mentales dispersos en sus libros han sido reunidos en este volumen como un muestrario de algunas de sus obsesiones.
Javier García-Galiano