¿Qué ocurre cuando un filósofo mira al sesgo a la literatura y acepta su llamado? Quien conozca los libros anteriores de Marcelo Schuster sabrá que más allá de la voluntad de un estilo personal que encarne una manera de reflexionar, él es un filósofo puro y duro, aspecto que cambia en Coleópteros, pero no porque pierda pureza o se ablande sino porque abarca algo diferente: deja de preocuparse por el ser en el mundo para ocuparse de su estar.
Coleópteros hace un guiño al lector: manual para la descripción de un cierto tipo de figuras que “recuerdan” insectos. Tanto el prologuista como el autor lo señalan: su tema es el imaginario colectivo americano, no el europeo u occidental que la historia nos hereda, aunque proviene de él para adentrarse en algo que Schuster señala desde el inicio: adentrarse en la filosofía “desde este lado del mundo”. Pensar, pensarnos, es –parece decirnos el autor– más una labor literaria que filosófica.