Acerca de Punto ciego, la editora Carmina Estrada escribe: “Según G.K. Chesterton, el ensayo literario es, desde su nombre, “un asalto en la oscuridad”, un experimento. Afín a ese espíritu, Diego Casas Fernández arma este libro y lo nombra como aquella región de la retina donde la luminosidad es escasa: el punto ciego; esa franja de realidad que, aunque frente a nuestros ojos, nunca vemos. Así, el autor ensaya sobre sus propias zonas sin luz y las agrupa en tres apartados cuyos títulos dejan muy en claro esta forma suya de mirar aquello sobre lo que escribe: Hide and Seek –en clara referencia al acecho-, Mirada Periscopio –ver sin ser visto- y Lazarillos –la mirada asistida.
Casas se lanza sin red y se sumerge en los motivos de la escritura, en la idea de contar y no contar, en una progresión que, como la naturaleza misma del ensayo, va y viene (uno, -uno, uno…), y devela con crudeza quirúrgica sus primeras experiencias sexuales a través de una webcam, máxima intrusión simultánea al espacio propio y al ajeno; o imbrica la trama de una serie televisiva con el historial de fugas de cierto capo a modo de pretexto para ensayar sobre el ejercicio de la simulación como rasgo nacional; o habla de distintos sustratos de realidad que subyacen bajo su Puebla natal; o se pregunta sobre las construcciones ficticias en los perfiles que sobreviven a sus dueños en redes sociales. Estos y muchos más temas habitan estas páginas de un ensayista que, con una prosa exacta y un ritmo notable, decide ver en la oscuridad”.