Entre las grandes cumbres narrativas de siglo XX latinoamericanos Pedro Páramo de juan Rulfo y Gran Sertón: Veredas de Joao Guimarães Rosa son asombrosos modelos de perfección y profundidad. No destacan los autores, esa figura que la modernidad pone de moda y malgasta en trivialidades, su figura casi se borran en aras de, justamente, una ética narrativa que Susana Henea, escritora Colombiana, intenta dilucidar desde la misma obra, desde su planteamiento textual, pero no por ellos la autora se precipita en una crítica formalista que ignore que toda obra literaria es trabajo de una persona – la misma exigencia ética se lo impedía- o en un regodeo sobre el estilo, el texto siempre nos habla de un más allá permanentemente elusivo. Paisaje y el ritmo y el carácter- si debe humanizarse y ser tan real como el mundo al que se refiere, al que interroga y concibe. Esos autores. Rulfo y Guimarães, son inagotables en su sentido, pero esa condición es precisamente la que lleva a Susana Henao a reinterpretar y analizar con gran tino.