Este libro es muestra de ello. Tejido de cinco grandes trabajos el discurso transcurre a la duermevela de un asombro poético. El ensayo sobre el ensayo; la develación de un misterioso Quijote que de infiltra en la voz y en la sangre del príncipe Mischkin que “desfacía entuertos” a la manera del Quijote de Cervantes, pero ahora de Dostoievsky; la revelación de la estética de la brevedad o minimalista de Monterroso y la voz apesadumbrada y en penumbras de Juan Rulfo para culminar en ese periplo de audacia e inteligencia que es “La historia posible en la ficción narrativa de Germán Espinosa”, una historia literalmente escrita de esas cosas dichas, en su realidad misma de cosas dichas, que no son, como tenemos demasiada tendencia a pensarlo a veces, una suerte de viento que pasa sin dejar huellas; sino que ellas subsisten, y nosotros vivimos en un mundo que está todo tramado, todo entrelazado de discurso, de enunciados que han sido pronunciados, de cosas que han sido dichas, de afirmaciones, interrogaciones, discusiones, etc. que se han ido sucediendo en ese territorio que estructura la cartografía de la novela y, por qué no, de la identidad colombiana, pues como César Valencia señala, luego de enumerar las características que Germán Espinosa escribe como características principales de la novel colombiana, Valencia apunta a la segunda: “búsqueda de la identidad individual y colectiva mediante la reconstrucción crítica del pasado”