2000 / 30 oct 2018 22:59
No bien se había establecido la Sociedad Dramática Manuel Eduardo de Gorostiza, cuando al mes y medio de establecida se formalizó con las mismas aspiraciones la Sociedad Alarcón, formada por escritores, actores y críticos dramáticos de la nueva generación que, a su vez, eran conocidos miembros de la Sociedad Gorostiza. Entre ellos mencionemos a Roberto Esteva, José Peón y Contreras, Gustavo Baz y José Martí.
El lugar escogido por este grupo para reunirse fue el Teatro Principal, en donde el actor Enrique Guasp de Peris pronunció un poema de don Justo Sierra alusivo a la nueva generación que llevaba el nombre del ilustre dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón. En uno de sus pasajes el citado poema dice:
[...] Nosotros, sacerdotes del austero
culto del arte puro, hemos querido
que tu nombre, don Juan, fuese el primero
pronunciado en un templo a ti erigido.[1]
El motivo justificable de la separación de los miembros de la Sociedad Gorostiza fue la rivalidad que surgió entre los jóvenes literatos y los escritores mayores, ya que éstos no aceptaron pertenecer a la Sociedad Alarcón y despreciaron en esta forma aquel centro. Así, los escritores jóvenes, como José Martí que sostuvo una acalorada polémica con Ignacio M. Altamirano,[2] se refugiaron en su asociación, negándose a seguir perteneciendo a la Sociedad Gorostiza que estaba bajo la dirección del propio Altamirano.
La primera junta de la sociedad se efectúo en el Teatro Principal. Peón y Contreras presidía provisionalmente y Esteva actuaba como secretario. La mesa directiva definitiva se integró con Manuel Peredo como presidente, por ser prestigiado crítico teatral, pero no aceptó por ser miembro destacado de la Gorostiza; como vicepresidente, José Peón y Contreras, secretario perpetuo, Roberto Esteva; secretarios, José Martí y Gustavo Baz.
Martí propuso como socios a Casimiro del Collado, Anselmo de la Portilla, Telésforo García, Justo Sierra e Ignacio M. Altamirano, y todos fueron unánimemente aceptados. Pero Altamirano no recibió la noticia con agrado, puesto que las dos sociedades en el fondo eran lo mismo, no quería debilitar sus esfuerzos dividiéndolos; prefirió pasar por descortés, a causa de su renuncia, que pasar como inconsecuente con sus discípulos y amigos que formaban la Sociedad Gorostiza de la que había sido fundador.[3]
La respuesta enardeció a José Martí y en La Revista Universal dijo que rechazar un nombramiento de miembro de una sociedad era una falta de atención, porque no había imposibilidad de pertenecer a dos sociedades, si no se era egoísta.[4] El periódico La Iberia recomendaba calma y serenidad para tratar estos asuntos.
Martí, con su carácter impetuoso que lo llevó a libertar a su amada patria, no podía ver con indiferencia la posición de Altamirano. Por otra parte el maestro, ya consagrado como hombre de letras de primer orden, no simpatizó con la nueva agrupación integrada por jóvenes, ya que la Sociedad Gorostiza estaba integrada por los propios compañeros de Altamirano. Existía una seria rivalidad y por tanto Altamirano no pudo aceptar su nombramiento de socio únicamente por cortesía; en el fondo debe de haber habido algo más importante, puesto que Altamirano nunca puso objeción en pertenecer a una multitud de asociaciones literarias que tenían el honor de contarlo entre sus miembros.
Pronto desapareció la Sociedad Alarcón. Y de sus actividades poco se sabe. Con la ausencia de José Martí que marchó del país en 1877 perdió la corporación a su principal animador y con seguridad desapareció poco después.
Altamirano, Ignacio Manuel Baz, Gustavo Collado, Casimiro del Esteva, Roberto A. Martí, José Peón y Contreras, José Peredo, Manuel Portilla, Anselmo de la Sierra, Justo