Estudió en su ciudad natal y en la Ciudad de México. En febrero de 1915 se trasladó a Veracruz, entonces sede del gobierno carrancista. En agosto de ese mismo año fue nombrado subdirector de la Biblioteca Nacional (1915-1916), donde se fundó la Escuela Nacional de Bibliotecarios y Archivistas, de la que fue director de junio de 1916 a noviembre de 1917. Participó como oficial mayor en la Dirección General de Bellas Artes (1917-1918). Desde joven ejerció la docencia en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria (enp), en la Escuela de Verano, en la Facultad de Filosofía y Letras (ffyl) de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) y en el Conservatorio. Desde 1916 y hasta 1923 dirigió con Julio Torri la colección de cuadernos Cvltvra, impresa por la casa editorial del mismo nombre, fundada por su hermano Rafael. A lado de Enrique González Martínez creó en 1919 la editorial México Moderno, que dirigió hasta 1923. En esta editorial publicaron México Moderno y la Revista Musical de México, de Manuel M. Ponce y Rubén M. Campos; la Revista Mexicana de Estudios Históricos y las colecciones La Novela Quincenal, El Folletín Semanal y la Biblioteca de Autores Mexicanos Modernos. José Vasconcelos, Secretario de Educación Pública, le encargó en 1921 la realización de El Maestro, revista didáctica y de difusión cultural, de la que fue corresponsable hasta octubre de ese mismo año en que fue nombrado Cónsul en Sevilla, cargo que desempeñó hasta 1922. Pasó a Madrid y se integró como secretario a la Comisión Cultural del Paso y Troncoso, presidida por Francisco A. de Icaza. En 1925 se reintegró al servicio diplomático como canciller encargado de la sección notarial del Consulado de México en París. En esta ciudad dictó una conferencia sobre poesía mexicana en la Sorbona y realizó algunos cursos en École des hautes études. Separado del servicio diplomático, en 1928 fundó y dirigió la Escuela Bancaria, dependiente del Banco de México. Más tarde, al constituirse ésta en empresa particular, se denominó Escuela Bancaria y Comercial que lleva su nombre desde 1933. Fue jefe de la Oficina de Pensiones de la Secretaría de Hacienda (1932-1934); socio de la Sociedad de Americanistas, con sede en París. Fue editor de diversas revistas y colecciones y dirigió durante algún tiempo la revista de la Universidad Nacional. Escribió cerca de cincuenta crónicas de sus viajes por Europa para El Universal, de México; La Prensa, de Santiago de Chile y Social, de La Habana.
Agustín Loera y Chávez fue promotor cultural por las publicaciones y colecciones que fundó y dirigió; entre ellas, los Cuadernos Literarios Cvltvra, una selección y prólogo de obras de autores mexicanos y extranjeros. Su literatura personal se limita a tres volúmenes de vívidas impresiones y recuerdos. El primero, El viajero alucinado, comprende algunas de las crónicas de viaje dedicadas a España. En ellas muestra su interés por los monumentos artísticos de las distintas ciudades y de la vida cultural y cotidiana de las mismas. En sus crónicas sobre celebraciones de la Semana Santa se unen las leyendas del rey Pedro el Cruel y de don Juan, como parte de la vida sevillana; en tanto que Granada sólo es el marco de una evocación de la personalidad de Manuel de Falla. En Viñetas ilustres traza breves semblanzas de catorce personalidades de la vida mexicana con las que se relacionó en la primera mitad del siglo xx, como Manuel Toussaint y Alfonso Cravioto, con quienes compartió empresas culturales. En Estampas provincianas incluyen sus reminiscencias de infancia. Los lugares y tradiciones de su ciudad natal se mezclan con las descripciones de parientes y costumbres familiares.
11 dic 2019 18:45
Precursor de la educación bibliotecológica en México, autor de El viajero alucinado, Viñetas ilustres y Estampas provincianas; diplomático, catedrático y destacado intelectual en los procesos educativos del país, Agustín Loera y Chávez se coloca en el centro de los cambios socioculturales propuestos por las políticas posrevolucionarias. Desarrolló una amplia carrera en el ámbito de las instituciones educativas y empresas editoriales que le permiten desarrollar espacios académicos para la inclusión y promoción de las corrientes literarias y científicas que se gestaban en pleno siglo xx. Los aportes y esfuerzos de este catedrático por la consolidación y modernización del país giran en torno a dos pilares fundamentales: la educación y sus proyectos editoriales. Es en este último rubro es donde encontramos un quehacer traductológico más claro, pues en él refleja una preocupación por reunir escritores encumbrados que traduzcan la literatura más importante de la época. El genio traductor de Loera y Chávez se observa en sus traducciones indirectas de las obras más representativas de la literatura sueca.
Agustín Loera y Chávez inició sus estudios en su tierra natal y los continuó en la Universidad Nacional de México. Siendo aún joven, ejerció la docencia en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre las materias que el maestro impartía se encuentran disciplinas de humanidades como: literatura, historia, español y filosofía. De esta manera, en la antesala de los conocimientos sobre las necesidades educativas del país, e inmerso en los ideales políticos de Carranza, el joven Loera y Chávez fue comisionado para el estudio del sistema bibliotecario estadounidense con el fin de fundar, en 1916, la Escuela Nacional de Bibliotecarios y Archiveros (enba).[1] La enba cerraría en 1918 debido a la falta de recursos económicos y a la inestabilidad política en el país. En 1917 fue nombrado oficial mayor de la Dirección General de Bellas Artes. Entre 1916 y 1918 funda y dirige, junto con Julio Torri, la Colección Cvltvra. Selección de Buenos Autores Antiguos y Modernos (1916-1923) la cual sentaría las bases para la fundación de la Editorial Cvltvra (1921-1968).[2] Posterior a este periodo de carácter editorial, Agustín Loera y Chávez comienza su etapa de diplomático.
Para la segunda década del siglo, sin olvidar su trabajo de editor, Agustín Loera y Chávez, como muchos otros escritores y traductores de la época, fue enviado a Europa para ocupar un cargo diplomático como cónsul en Sevilla y París. Después de residir por un tiempo en España y Francia, así como en otros países europeos, Loera y Chávez renunció al servicio diplomático para continuar con su objetivo personal en México: la fundación de una Escuela Preparatoria que colocara en el centro de sus enseñanzas a las humanidades.[3] Este proyecto culmina con la creación de la Escuela Bancaria y Comercial en 1929, que dirigirá hasta su muerte.
De su trayectoria en las instituciones educativas superiores del país destaca principalmente su quehacer en las reformas que atienden la profesionalización de archivos y bibliotecas; parte de este trabajo incluyó el contacto directo con la lengua inglesa, ya que el maestro Loera fungió como el responsable del estudio y observación de la sistematización de archivos y bibliotecas que seguían el modelo norteamericano.[4] Sin embargo, es más explícita su familiaridad con el francés, ya fuese por su amplio conocimiento sobre la literatura y filosofía escrita en esta lengua,[5] su paso por la Universidad de la Soborna[6] y la École des Hautes Études, o meramente por su cargo diplomático en París. Después de su lengua materna, el inglés y el francés ocupan un lugar representativo en sus intereses académicos y literarios.
En el tomo viii de la Colección Cvltvra..., Loera y Chávez propone traducir los relatos de la escritora sueca Lagerlöf, a partir de traducciones francesas. Los textos traducidos por Loera y Chávez dan cuenta de la precisión de su conocimiento sobre la lengua francesa; sin embargo, en sus funciones como editor y traductor impera la primera, ya que a lo largo de su carrera editorial[7] sólo se encuentra una traducción a título de Agustín Loera y Chávez. La cantidad de literatura que se tradujo bajo el sello de sus dos proyectos editoriales más importantes: Colección Cvltvra… y México Moderno confirman la estima de Loera y Chávez por la traducción de otras literaturas. Asimismo, no deja de ser relevante el hecho de que ambos proyectos hayan servido de plataforma para la formación de un círculo de escritores-traductores. Alfonso Cravioto reconoce este acierto de Loera en el prólogo del libro El viajero alucinado, “logró reunir en núcleo a selectos escritores respetables, para seleccionar y traducir lo mejor de la literatura mundial, y poner tales obras al alcance y conocimiento de la mayoría”.[8] Entre los traductores que colaboraron en la Colección Cvltvra… encontramos nombres como: Julio Torri (1889-1970), Efrén Rebolledo (1887-1929), Alfonso Cravioto (1884-1955), Roberto Brenes Mesén (1874-1947), Rafael Cabrera (1884-1943), Antonio Castro Leal (1896-1981) y Jaime Torres Bodet (1902-1974).
Con el ideal de difundir la literatura mundial entre el pueblo mexicano, este grupo de intelectuales emprendió trabajos de traducción a partir de lenguas como el francés, inglés, italiano, náhuatl y ruso. Sin la voluntad de Loera y Chávez para incentivar este movimiento editorial muy probablemente hubiera pasado largo tiempo para que llegara a México el John Gabriel Borkman del dramaturgo Henrick Ibsen, traducido directamente del noruego al español por primera vez; así como la literatura realista de los rusos Máximo Gorki y Alejandro Block (también, las primeras traducciones directas del ruso al español); el teatro de Bernard Shaw y las obras de Aldous Huxley (traducidas ambas del inglés), y los ensayos y novelas de André Gide y Anatole France (traducidos del francés por Jaime Torres Bodet y Alfonso Cravioto). Cabe señalar que la mayor parte de estas traducciones se publicaron en la Colección Cvltvra… entre 1916 y 1923. Posterior a este periodo, Loera y Chávez abandonó los proyectos editoriales para ocupar cargos consulares, sin perder empero el interés de regresar a México y volver a colaborar en dichos proyectos.
En su papel de editor es clara la aportación que realiza Loera y Chávez al país tanto en el contexto de la literatura y la educación como en el de la traducción, pues fue decisivo como promotor cultural a tal grado que José Vasconcelos, fungiendo como secretario de educación, le encargó la dirección de la revista El Maestro. En su actividad traducticia ya hemos mencionado su traducción de seis cuentos escritos por la ganadora del premio Nobel en 1909, Selma Lagerlöf, misma que se publica en 1918 con el título Cuentos y leyendas.
En el prólogo de la publicación Loera y Chávez resalta el talento de la autora y la calidad estética de sus cuentos. Aclara que su trabajo se ha realizado a partir de las versiones francesas de A. Bellesort, F. Palmer y M. Hélys y reconoce la versión en español de los cuentos por primera vez. En este tenor traduce del francés al español parte de la obra de Lagerlöf con los siguientes títulos[9]: “El carretero de la muerte”, “El esclavo de su finca”, “La marcha nupcial”, “El nido de aguzanieves”, “La reina en el islote Ragnhild”, “En Nazaret”, “Los siete pecados mortales” y “El rey destronado”. Cuatro de estos cuentos fueron tomados de la traducción francesa de Bellessort publicada en 1910[10], mientras que los otros dos muy posiblemente pudieron ser seleccionados de las traducciones de F. Palmer y M. Hélys. Más allá de la breve nota que realiza Loera y Chávez en su prólogo, no se encuentra otra nota explicativa que nos arroje luz sobre los cambios lingüísticos, culturales o literarios que pudo haber sufrido su texto. No obstante, atendiendo el texto en francés observamos que, si bien el proceso de traducción tiende a ser fiel al original, también hay una traducción que podría caracterizarse como rango domesticante del original sobre todo en el aspecto léxico y sintáctico.
En el nivel de la sintaxis, el traductor reagrupa las estructuras adverbiales de tal modo que convienen más al estilo y registro del español mexicano; por otro lado, en el nivel léxico, se observa la búsqueda de un equivalente en la cultura de llegada que de alguna forma tuviera el mismo significado o fuera parecido: es el caso de mauvais oeil (texto original) y mal de ojo (traducción). Destaca también la palabra rey, que se repite en la mayoría de los cuentos, pero que Loera y Chávez sustituye mediante el proceso de sinonimia con vocablos de significado parecido tales como monarca, soberano, príncipe, entre otros. Es decir, Loera y Chávez se sitúa en un punto intermedio de la traducción orientada, es decir, trata de mantener el estilo de la escritora.
A pesar de los aciertos y desaciertos en la traducción de Agustín Loera y Chávez el impacto editorial que tuvo su versión es innegable, pues ésta se reprodujo primero en la Colección Cvltvra..., posteriormente en la revista El Maestro y se mantiene vigente dentro del catálogo de la editorial Porrúa, publicada en 1998.
De esta forma, Agustín Loera y Chávez resulta imprescindible para comprender el contexto sociocultural del país a partir de los ámbitos de la educación, la literatura y la traducción. Al respecto de la educación no se concibe la bibliotecología en México sin la incorporación del sistema Dewey, proveniente de Estados Unidos. En la literatura, aun cuando tuvo muy poca producción literaria, su contribución aparece en el momento que estudiamos la cantidad de obras nacionales y extranjeras que se publicaron bajo el nombre de los proyectos editoriales en los que participó. Finalmente, en la traducción es uno de los pioneros en traer la excelencia de la literatura sueca. Además, su papel es crucial para la divulgación de la literatura mundial en boga de aquella época, ya que no se habría conocido sin su esfuerzo por reunir un grupo selecto de eruditos y académicos para su selección y traducción.
Actualmente, el Archivo Histórico de la Escuela Bancaria y Comercial resguarda el acervo bibliográfico y editorial con el nombre Fondo Antiguo Agustín Loera y Chávez, espacio de consulta que ha servido hasta el momento para el desarrollo de investigaciones relacionadas con todo el material hemerográfico que publicó el autor.
Referencias
Cervantes, Freja I., “Semblanza de la Colección Cvltvra (1916-1923)”, en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes - Portal Editores y Editoriales Iberoamericanos (siglos XIX-XXI) - EDI-RED, 2017.
Cravioto, Alfonso, “Prólogo”, en El viajero alucinado: Crónicas de España, A. Loera y Chávez, Ciudad de México, Editorial Cvltvra, 1945, pp. IX-XII.
Editorial Cvltvra, Cvltvra 50 años de vida. Los cuadernos literarios, la imprenta, empresa editorial 1916-1966 , México, Editorial Cvltvra, 1966.
France, Anatole, Cuentos, Cultura, trad. Alfonso Cravioto, t. VII, 5, Editorial Cvltvra, Ciudad de México, 1918.
Loera y Chávez, Agustín, El carretero de la muerte, El esclavo de su finca y otras narraciones, Ciudad de México, Porrúa, 1918.
----, El viajero alucinado: crónicas de España, Ciudad de México, Editorial Cvltvra, 1945.
----, Viñetas Ilustres, Ciudad de México, Editorial Cvltvra, 1951.
Loera y Chávez, Agustín, y Manuel Gómez Morin, 13 de marzo de 1928, Las hojas del árbol. Boletín del Centro Cultural Manuel Gómez Morin , vol. 2, no. 2, 2009, p. 22-23.
Martínez, José Luis (dir.), Revistas Literarias Mexicanas Modernas , Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1979.
Traducciones
Lagerlöf, Selma, Cuentos y leyendas, trad. Agustín Loera y Chávez, Ciudad de México, Editorial México Moderno, 1918.
Instituciones, distinciones o publicaciones
Facultad de Filosofía y Letras FFyL (UNAM)
Biblioteca Nacional
Universidad Nacional Autónoma de México UNAM
Bellas Artes. Órgano del Instituto Nacional de Bellas Artes
El Maestro. Revista de Cultura Nacional