2010 / 25 feb 2019 15:04
Poetisa más o menos activa durante la primera mitad del siglo xviii. Entre las primeras noticias de ella, la encontramos formando parte del certamen dedicado a san Juan de la Cruz (El segundo quince de enero..., 1730). Años después participó en dos justas literarias convocadas con motivo de la exaltación al trono de Fernando vi.[1] Un último testimonio es su Florido ramo a la virgen de Guadalupe, de 1748.[2] Escribe Josefina Muriel: “Esta poetisa tiene en México un largo periodo de actividades. De ella conocemos cierto número de poesías que nos hacen pensar en la posibilidad de que hubiera de ella alguna obra”.[3]
En esta ocasión, Beristáin se extiende en la relación de la vida y virtudes de esta autora:
Natural de la ciudad de Mégico, que casada noblemente tuvo un hijo sacerdote y una hija religiosa capuchina. Aficionada a la lectura de bellos libros y gozando de un ingenio agudo, pronto y naturalmente poético, se atrevió a competir con los mejores poetas del Parnaso megicano en diferentes certámenes públicos o justas poéticas, que se celebraron en esa capital [aquí menciona los premios en los diferentes certámenes].[4]
Da noticia de las siguientes obras:
Florido ramo que tributa la ciudad de Mégico a su patrona María Santísima de Guadalupe (México, 1748).
Enjugado llanto de Melpómene en la solemne jura del señor don Fernando vi (México, 1750).
Resucitadas glorias de la hermosa Calíope en las festivas celebridades del deseado monarca Fernando vi (México, 1750).