La narrativa policíaca en México tiene dos extremos que se muerden la cola: la novela negra, a veces de una dureza extrema, y la narrativa costumbrista, con sabores y saberes menos picantes, más sofisticados, llenos de gracia, humor y disfrute verbal. Es en esta segunda dirección que los cuatro casos criminales que se relatan en este libro ocurren. El investigador córvido es una mezcla sutil de recreación de enigmas e invención verbal en un contexto reconocible tanto geográfica como verbalmente, pero sobre todo anímicamente: la corrupción sin sobresaltos, la lealtad sin heroísmos, la literatura como gozo del cuento. Pero ese deliberado costumbrismo permite a su autor, Salvador Gallardo Topete (de quien Ediciones Sin Nombre publicó Estancias del sueño en 2010) escribir muy buena literatura, sin atender a las modas y sí en cambio a las pulsiones y necesidades del propio gesto relator. El investigador córvido, como los pájaros en el alambre de nuestra tradición investigativa, es un libro (y un personaje) llamado a ocupar un sitio memorable en nuestra narrativa policíaca.